Que hayamos escogido la guatusa como tema central de esta edición no es una frivolidad. La guatusa es un gesto obsceno, es cierto, que ha tenido su protagonismo en la historia nacional. Famoso, a pesar de lo difuso, es el episodio en el cual el general conservador Luis Mena le habría hecho la guatusa al caudillo liberal José Santos Zelaya, acompañando el gesto con la frase: “¡Esta!” De ahí quedó el dicho: “¡Esta, dijo Mena!”, repetido miles veces por los nicaragüenses, sin que muchas veces se sepa su origen.
Somoza García acostumbraba a usar la guatusa con frecuencia, pues resume en ese solo gesto todo el desprecio o rechazo que le causa cierta persona, frase, propuesta o comportamiento. Hubo incluso, como se verá en el reportaje, un candidato a presidente que usó la guatusa como símbolo de su campaña electoral.
Y como suele suceder: la guatusa tiene su propia historia. Vino posiblemente con los conquistadores españoles, que la conocían como higa, y hasta en el Quijote hace Cervantes mención a este gesto, que no siempre ha sido vulgar u ofensivo, sino que alguna vez y en algunos lugares se le concedieron propiedades religiosas y protectoras.
Pero más allá de su partida de nacimiento y de las anécdotas históricas, la guatusa atiza el debate sobre la esencia del ser nicaragüense. ¿Somos acaso los nicaragüenses guatuseros por definición? Para el poeta Pablo Antonio Cuadra, el mal guatusero “nos viene de largo”. Y considera que nuestra propia relación con los conquistadores españoles comenzó con dos memorables guatusas: el encuentro del cacique Nicarao con Gil González Dávila y la actitud del cacique Diriangén de recibir al conquistador con “quinientos chompipes y tejas de oro” para después atacarlo.
Pablo Antonio Cuadra dice que en las mentiras del nicaragüense se mezclan “la mentira solapada del indio” con “la mentira exagerada del andaluz”. No todos los estudiosos están de acuerdo con Cuadra y critican, como se verá, la generalización que hace.
Para bien o para mal, la guatusa nicaragüense se usa cada vez menos, y entre los jóvenes casi ha desaparecido, desplazada por la peineta, dedo medio sobresaliendo en la mano, símbolo obsceno importado que casi, casi, significa lo mismo que se supone le dijo Mena a Zelaya en aquella ocasión: “¡Esta!”