Fotos

Columnas, Del editor - 11.05.2014

Las fotos son fuertes. En una de ella se ve a soldados del Ejército Popular Sandinista (EPS) bajar desde mulas los cadáveres, algunos semidesnudos, de contrarrevolucionarios abatidos en Santo Domingo, Chontales. Posiblemente eran trasladados para exponerlos, como se acostumbraba en la época, para que la población viese por sus propios ojos lo que sucedía a “los enemigos de la revolución”. También está la otra cara de la moneda. Fotos de soldados sandinistas heridos, con suero de emergencia o trasladados en hamacas por esas montañas de Dios. O bien, amputados, los sandinistas en el hospital militar de Apanás, Jinotega, y los contras en un hospital de campaña en Honduras.

Es la guerra captada en toda su crudeza por el lente del fotógrafo estadounidense William Frank Gentile, y recogidas en un libro que publicó en 1989 bajo el simple título de Nicaragua.

Nicaragua se convirtió en uno de los destinos preferidos de los corresponsales intrépidos de todo el mundo. Desde la ofensiva guerrillera y la insurrección popular que derrocó a Anastasio Somoza Debayle en 1979 hasta la guerra entre contras y sandinistas que durante toda la década de los 80 desangró al país. Unas 100 mil personas podrían haber muerto durante estos años duros. Gentile estuvo en las dos guerras. En cada una, en ambos bandos.

De las andadas de Gentile nos queda este testimonio gráfico que muestra la guerra en su cara más cruel. Pero —como explica en esta edición el fotógrafo— Nicaragua no era solo guerra. Y a la par de las patrullas, los muertos, los heridos y los combates, Gentile muestra también la policromía de las frutas que se venden en canasto, la barbería de pueblo, la faena diaria de pesca o agricultura o la vida en los refugios. El rostro descompuesto de alegría de la madre que ve llegar de la guerra vivo a su hijo o el funcionario del Comité de Defensa Sandinista (CDS) que espera solitario y en penumbra a los simpatizantes que no terminan de llegar. Es Nicaragua, de Bill Gentile, un testimonio impresionante y aleccionador.

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