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La ministra de Salud, Sonia Castro, está viva de “milagro”, según sus propias palabras recogidas por los periódicos hace casi 27 años. Ocurrió el sábado 25 de enero de 1992. Esa madrugada un grupo de unos 60 recontras llegó al hospitalito de Waslala, en el Caribe Norte, con la misión de secuestrar y asesinar a Castro, en ese entonces una doctora que tenía dos años de prestar servicio social en el lugar.
De acuerdo con las noticias de la época, y con testigos que aún viven, los recontras buscaban a Castro porque en la Nochebuena anterior supuestamente se había negado a atender a un herido, desmovilizado de la Contra. El excontra, llamado Erlin, resultó herido en una pierna luego que se liara a balazos con un policía al que mató. En lugar de recibir atención médica, Erlin murió por las balas de la Policía en las afueras del hospital.
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“Me salvé por un milagro”, dijo a El Nuevo Diario la doctora Castro, para entonces de 28 años de edad, entre sollozos y muchos nervios dos días después. En lugar de matar a Castro, los recontras asesinaron al director del hospitalito, Jesús Martín Villarreal Condega, porque se negó a decir dónde estaba Castro, según revelaron en el momento testigos del suceso.
Casi 18 años después de ese hecho, Castro se convirtió en ministra de Salud, en marzo del 2010. Y actualmente es señalada otra vez, ahora desde su alta posición, de negar atención médica. A Castro le atribuyen la orden de no atender en los hospitales del Minsa a las personas que resultaron heridas durante las protestas sociales que iniciaron el 18 de abril pasado, muchas de las cuales posteriormente murieron por la falta de atención médica, siendo uno de los casos más conocidos el del niño Álvaro Conrado.
En el reciente informe del GIEI, en el que se señala al actual régimen de Daniel Ortega por crímenes de lesa humanidad, los expertos recomendaron investigar a la ministra de Salud, Sonia Castro, además de indagar en la dirección de cada hospital público.
Castro ha negado los señalamientos.
Sonia Castro: “Sandinista de los pies a la cabeza”
A Sonia Castro, originaria de Diriamba, Carazo, graduada en la UNAN-Managua como médico y quien posteriormente se especializó en ginecología en Cuba, le correspondió iniciarse en la medicina en la época de los recontras y de los recompas. Su servicio social lo hizo en Waslala, una zona donde residían una gran cantidad de desmovilizados de la Contra.
Personas de Waslala recuerdan que para esa época se habían iniciado unas negociaciones para darle tierras a los desmovilizados de ambos bandos, contras y sandinistas. Algunos contras que se sentían inconformes se volvieron a armar y fueron conocidos como recontras. E igual pasó con los del Ejército, a quienes se les llamó recompas. Ambos grupos no se toleraban.
El esposo de la doctora Castro, Leonel Ortiz, era el secretario político del FSLN en ese entonces en Waslala. El desmovilizado de la Contra, Elías Manzanares, comandante Moreno, lo recuerda bien porque ambos se hicieron amigos y hasta tomaban juntos en el bar de una persona que le decían Payo Gallina. Inclusive, a estas reuniones se unía el director del hospitalito, doctor Martín Villarreal Condega. Manzanares también departió en algunas ocasiones con Castro.
Lo curioso del caso es que la gente decía que Manzanares era el coordinador de los recontras, pero también decían que el esposo de Sonia Castro era el coordinador de los recompas.
Mientras tanto, la doctora Castro se desempeñó primero como médico general en el hospitalito de Waslala y luego la nombraron subdirectora.
En Waslala se recuerda que a los desmovilizados de la Contra se les daba una ayuda en alimentos y cada día de entrega bajaban de la montaña con sus esposas, madres e hijos al casco urbano y aprovechaban para pasar consulta en el hospitalito Fidel Ventura. En esos días el pequeño centro hospitalario se llenaba y la doctora Castro se estresaba.
“Ella (Sonia Castro) se ponía a hablar en los pasillos, se llenaba de cólera porque decía que odiaba a la gente de la Contra porque ella era sandinista de los pies a la cabeza. Hablar con los de la Contra a ella le provocaba asco”, explica un extrabajador del hospitalito de Waslala, quien pide el anonimato.
A Castro sus compañeros le aconsejaban que no hablara en esos términos y menos al aire libre. El propio doctor Villarreal Condega le dijo en una ocasión que recordara que estaba en Waslala y no en Managua, pero ella le respondió que no tenía miedo.
Otros excompañeros de Castro en Waslala aseguran que cuando un paciente llegaba a emergencia ella preguntaba si era “contra”, y si la respuesta era positiva, entonces Castro no lo atendía o buscaba que el enfermo fuera trasladado al hospital de Matagalpa.
La muerte de Erlin
Las cosas se comenzaron a poner feas en Waslala cuando el 7 de diciembre de 1991, los recontras secuestraron al esposo de Castro. Un excompañero de trabajo de ella cuenta que se puso furiosa y comenzó a ofender a varios desmovilizados de la Contra que llegaron a pasar consulta en esos días. Desde entonces comenzó a ser mal vista por los pobladores, en su mayoría excontras.
Al esposo de Castro lo liberaron tres días después del secuestro, gracias a negociaciones entre los recontras y las autoridades locales.
En la noche del 24 de diciembre de 1991, la doctora Castro estaba de turno, pero como no había pacientes graves, se fue a una discoteca con parte del personal del hospital que estaba libre y dejó al cuidado de los pacientes a unas enfermeras. “Ella era joven y le gustaba tomar y bailar”, recuerda el excompañero de trabajo.
Cerca de la medianoche escucharon unos balazos y el grupo decidió irse de la discoteca, pero cuando salían se toparon con el policía muerto y luego con un hombre herido, el cual subieron a la camioneta del Minsa y lo llevaron al hospitalito.
El herido era el desmovilizado de la Contra, Miguel Ángel Centeno Valenzuela, alias Erlin, y supuestamente antes de la balacera había discutido con el esposo de la doctora Castro, secretario político del FSLN, quien también estaba en la discoteca, según Elías Manzanares, comandante Moreno. Tras la discusión, un policía siguió a Erlin, le disparó en una pierna, pero Erlin lo mató de seis balazos en el pecho.
Ya en el hospitalito, cuenta un excompañero de Castro, se buscó una camilla para atender a Erlin, quien estaba ebrio y violento, pero cuando regresaron ya no estaba.
Momentos después llegó la Policía y fue hasta ese momento que el personal médico se enteró que el herido era desmovilizado de la Contra y que había matado a un policía sandinista. Castro ordenó que lo buscaran en todo el hospital y sus alrededores.
Los policías ya se retiraban al no hallar a Erlin cuando se escucharon unos gritos. Era una enfermera que vio a Erlin detrás de unos tanques de oxígeno. El excontra salió del hospitalito huyendo pero no pudo correr muy largo debido a su pierna herida. Cayó muerto por las balas de los policías.
El extrabajador del hospitalito recuerda que Sonia Castro no quiso dar el permiso para que Erlin fuera preparado en ese centro asistencial. En cambio, el policía muerto sí fue preparado en el hospitalito.
La muerte de Villarreal Condega
El ambiente quedó tenso en Waslala y a oídos del personal médico llegó el rumor de que los recontras querían matar a Castro. Se escuchaba que habría venganza por la muerte de Erlin.
El exjefe de la Contra, doctor Henry, recuerda que el jefe recontra Nortiel estaba tomando lejos de Waslala cuando le llegaron a decir que en el hospitalito le habían negado la atención a uno de sus hombres y, en cambio, lo habían matado los policías.
A la doctora Sonia Castro le recomendaron que se fuera de Waslala, pero ella no quiso. Solo aceptó irse un mes de vacaciones.
Las cosas siguieron feas en Waslala y el director del hospital, Martín Villarreal, le escribió a Castro para que no regresara a Waslala, pero ella no hizo caso. El 24 de enero estaba de regreso diciendo que no tenía miedo y menos a “esos campesinos contras”.
El doctor Villarreal discutió fuertemente con ella. “Mañana me voy (a Managua) en la madrugada y ahí te quedás vos. Que te ayude Dios. Ya no quiero saber nada de vos”, le dijo Villarreal a Castro en la noche del 24 de enero, según recuerda una persona que laboraba en ese tiempo en el hospitalito y que prefirió el anonimato.
En la madrugada del sábado 25 de enero, un grupo de recontras llegó entre las 2:00 y las 3:00 al hospitalito de Waslala. Sobre quién jefeaba este grupo hay varias versiones. Se menciona a Nortiel, a Douglas, al Charrito y a otro jefe recontra apodado “320”.
Los recontras llegaron al hospitalito preguntando por la doctora Sonia Castro. Golpearon a los vigilantes y al resto del personal que se encontraba en el hospital.
Según reportes de Barricada, El Nuevo Diario y LA PRENSA, el director, el doctor Jesús Martín Villarreal Condega, acaba de irse a acostar a su covacha después de atender a un paciente cuando los recontras obligaron al vigilante del hospital para que le tocara la puerta diciendo que lo estaba necesitando un paciente. El doctor abrió en toalla y en calzoncillos e inmediatamente fue agredido por los recontras, quienes le exigían que dijera dónde estaba la doctora Sonia Castro.
Según sus propias palabras, relatada a los periódicos dos días después del hecho, ese día Sonia Castro durmió en una covacha y no en el cuarto de ella, porque se le olvidó la llave del mismo. Inclusive, los recontras abrieron a puntapiés el cuarto de ella y vieron que no estaba. Ella estaba escuchando todo cuando los recontras golpeaban a Villarreal y este último se quejaba del dolor.
Los recontras procedieron a sacar del hospital al doctor, quien a gritos les pedía clemencia, pero los recontras solo se reían, informaron los diarios del país.
Cuando ya se lo llevaban, el personal del hospitalito salió detrás para ver a dónde se dirigían, pero les perdieron el rastro.
Con la luz del sol, el doctor Villarreal apareció muerto en la comarca Yerbabuena. Todo el cuerpo estaba agujereado a balazos. Los genitales se los habían cercenado. Le habían desencajado la mandíbula y también le cortaron la lengua.
El llanto por la muerte de Villarreal se escuchó en Rivas, de donde era originario y donde dejó dos niñas en la orfandad. Su familia lamentaba que apenas 24 horas antes el Minsa le había notificado que terminaba su servicio social y sería trasladado a Managua, donde él pensaba especializarse en pediatría.
El mismo día en que murió Villarreal, Sonia Castro salió huyendo de Waslala y dijo que no regresaba a ese lugar.
“Doctora sobreviviente en la clandestinidad”, tituló El Nuevo Diario. Y de antetítulo decía: “Doctor Villarreal la negó salvándole la vida”.
En ese mismo diario, el ministro de Salud en ese entonces, Ernesto Salmerón, dijo que ubicaría a Castro secretamente en otro lugar.
Ministra de Salud
Desde la muerte del doctor Villarreal Condega, en Waslala no se volvió a saber de la existencia de Sonia Castro. Hasta que el 16 de marzo de 2010, escucharon en las noticias que había sido nombrada ministro de Salud en sustitución de Guillermo González.
Dentro del gremio de médicos, Sonia Castro no es muy conocida. De ella se sabe principalmente que es originaria de Diriamba, Carazo. Allegada a Rosario Murillo y Gustavo Porras.
Antes de ser ministra, fue ginecóloga en el hospital Metropolitano Xolotlán y asesoraba al Minsa en temas de salud pública. También trabajó mucho tiempo en el hospital Bertha Calderón.
En enero de 2016, Sonia Castro participó en una fiesta en la que se celebró que Nicaragua se colocaba en el mapa mundial de la fabricación de vacunas. La celebración habría tenido un costo de un poco más de 50 mil dólares y el invitado de honor fue el asesor para la promoción de inversiones del gobierno e hijo de la pareja presidencial, Laureano Ortega Murillo. La invitación para la fiesta fue enviada por el director del proyecto de la planta de vacunas Mechnikov, Viktor Trukhin, quien se citaba a la celebración como “La Fiesta Rusa”.
El mayor protagonismo de Sonia Castro empezó a partir del 18 de abril pasado, cuando estallaron las protestas sociales contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Las manifestaciones fueron reprimidas con turbas orteguistas y luego con paramilitares, resultando personas muertas y otras heridas. A Castro se le atribuye ordenar que no fuesen atendidos los heridos en los hospitales del Estado. También habría instruido el despido de mucho médicos del Minsa que colaboraron por su propia cuenta con los heridos en las protestas.
Uno de los primeros casos de fallecidos por falta de atención médica fue el del jovencito Álvaro Conrado, quien recibió un balazo en el cuello cuando regalaba agua a los manifestantes. Las heridas de bala que Álvaro tenía eran recuperables si se hubieran atendido a tiempo, les dijeron a los papás los médicos del Hospital Bautista. En el tiempo en que lo llevaron de un primer hospital, el Cruz Azul, donde no lo quisieron atender, a otro perdió demasiada sangre y fue por eso que no resistió.
En el hospital escuela de León, Óscar Danilo Rosales, según denunciaron practicantes y médicos, se recibió la orden de la ministra Sonia Castro de no atender a los heridos de las protestas, lo que provocó un conflicto durante los primeros días con los estudiantes universitarios al negarse a cumplir esta directriz.
En la Mesa del Diálogo Nacional, en mayo pasado, Sonia Castro negó que existiera la orden de no atender a heridos. Y en los días en que más fuertes estuvieron las protestas, a Sonia Castro se le vio en un plantón por “la paz” que organizó el Gobierno en la rotonda La Virgen.
Téllez: “Debería de estar enjuiciada”
La actuación de la ministra de Salud, Sonia Castro, durante las protestas desde abril pasado, es para que ella esté acusada y enjuiciada en los tribunales, considera la excomandante guerrillera y exministra de Salud en los años ochenta, Dora María Téllez.
Según Téllez, la orden de Castro no solo fue prohibir la atención a los heridos, sino también maltratar a heridos de gravedad “por las balas de la familia Ortega”. “Es un hecho que no tiene ningún precedente”, dijo Téllez, refiriéndose a que nunca antes ninguna institución de salud del Estado había negado la atención a los nicaragüenses.
Téllez aseguró que hay testigos de que Castro reprimió al personal de salud en el hospital de León y también indicó que se debe investigar a todo el personal del Minsa que fue partícipe de la orden de Sonia Castro de no atender a los heridos.